Y la colina se llena de locos, que miran hacia abajo y ven a los cuerdos vivir su rutina, pagar sus cuentas, salir con el mismo pie cada mañana. Y los cuerdos se lo creen y siguen en su cordura y creen que son felices porque sus ojos están bien cerrados. Y a veces, los locos los envidian porque dentro de su alma cansada y maltrecha desearían bajar de la colina si no supieran que allá abajo todo es fabricado, vendido y comprado.
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